jueves, 16 de noviembre de 2017

METAS ESPIRITUALES Y MATERIALES EN LA BIBLIA

METAS ESPIRITUALES Y MATERIALES EN LA BIBLIA

    El alma humana necesita fijarse metas en su existencia, como una forma de mostrar la “vida abundante” ofrecida por  Jesucristo a sus seguidores en Juan 10:10.

    Las metas en la vida son los objetivos o propósitos que una persona se  propone y fija en su mente, en función de sus ideales, sus anhelos,  sus medios, sus  posibilidades, sus principios, sus valores,  y su FE viva.  

     Es necesario tener presente que existen Metas Espirituales y Metas Materiales.

I.                   METAS ESPIRITUALES.
     En la práctica, una de las metas espirituales la destacó el apóstol Pablo en la Epístola a los Filipenses:
Flp 3:12  “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
Flp 3:13  Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
Flp 3:14  PROSIGO A LA META, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

II.               METAS MATERIALES.
Entre las múltiples metas susceptibles de anhelar y de lograr hoy, es muy importante
para la juventud saber elegir y decidir la meta de estudiar una carrera profesional determinada.
     Como preámbulo, y como cristianos, debemos buscar primeramente la luz y dirección del Libro de Dios:

     “Todo lo que te viniere á la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría.” Eclesiastés 9:10. (REINA VALERA 1909.)
      Ni con menos de tus fuerzas,  ni con más de tus fuerzas para no destruirte. Hacer algo sin utilizar toda la capacidad personal, podría tratarse de negligencia, indolencia o indisciplina. Obrar sobre las fuerzas o recursos disponibles es algo riesgoso, imprudente y temerario. LO ÓPTIMO es actuar con máximo de Equilibrio.

      “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.” Colosenses 3:23.

     El escritor Og Mandino, que conoce la Palabra de Dios, ha escrito lo siguiente:

        Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.
Una hoja de morera tocada por el genio del hombre se convierte en seda. Un campo de arcilla tocado por el genio del hombre se convierte en un castillo.
Un ciprés tocado por el genio del hombre se convierte en un santuario. Un vellón de lana tocado por el genio del hombre se convierte en un manto para un rey.
Y si es posible que las hojas y la arcilla y la madera y la lana multipliquen su valor en un ciento por ciento, qué digo, en un mil por el hombre, ¿no puedo hacer lo mismo con la arcilla que lleva mi nombre?
Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.
Soy como el grano de trigo a quien le confrontan tres futuros.
 El trigo puede ser puesto en una bolsa y arrojado en un chiquero para alimentar a los puercos. O puede molerse y convertirse en harina y luego en pan. O puede sembrarse en la tierra para que crezca hasta que sus espigas de oro produzcan mil granos de uno.
Soy como un grano de trigo, con una diferencia. El trigo no puede escoger ser de alimento para los puercos, molido para el pan, o plantado para que se multiplique. Yo tengo la facultad de elección y no permitiré que mi vida sea alimento de los puercos ni dejaré que sea molida bajo las piedras del fracaso y la desesperación, y así quebrantado, ser devorado por la voluntad de otros.
Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.
Para que crezca y se multiplique es necesario plantar el grano de trigo en la oscuridad de la tierra, y mi fracaso, mi desesperación, mi ignorancia y mis inhabilidades son la oscuridad en la cual he sido plantado a fin de madurar. Ahora, como el grano de trigo que brotará y fructificará solo si es nutrido por la lluvia y el sol y los vientos tibios, yo también debo nutrir mi cuerpo y mi mente para cumplir mis sueños. Pero para crecer hasta llegar a su plenitud el trigo debe esperar los caprichos de la naturaleza.
 Pero yo no necesito esperar porque tengo el poder para escoger mi propio destino.
Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.
¿Y cómo lograré esto?
PRIMERAMENTE FIJARÉ METAS PARA EL DÍA, LA SEMANA, EL MES, EL AÑO Y MI VIDA.
Así como la lluvia debe caer antes de que el grano de trigo rompa su cáscara y germine, así yo también debo tener metas y objetivos para que mi vida cristalice. Al fijarme metas recordaré mis mejores trabajos del pasado y los multiplicaré en un ciento por ciento. Este será el nivel según el cual viviré en el futuro. Nunca me preocuparé de que mis metas sean demasiado elevadas, puesto que ¿no es mejor acaso apuntar mi lanza a la luna y herir solo a un águila que apuntar mi lanza al águila y pegarle solo a una roca?
  
Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.
La magnitud de mis metas no me asombrará aunque quizá tropiece antes de alcanzarlas. Si tropiezo me levantaré de nuevo y mis caídas no me preocuparán porque todos los hombres deben de tropezar con frecuencia antes de llegar a su hogar. Sólo el gusano está libre de la preocupación de tropezar. Y yo no soy gusano. No soy una cebolla tampoco. No soy una oveja. Soy hombre. Que otros construyan una cueva con su arcilla. Por mi parte construiré un castillo con la mía.
Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.
Y así como el sol debe calentar la tierra a fin de producir la plantita de trigo, así también las palabras de estos pergaminos calentarán mi vida y convertirán mis sueños en realidad. Hoy sobrepasaré toda acción que realicé ayer. Subiré a la montaña de hoy con toda la habilidad que tengo, y sin embargo mañana subiré más alto que hoy, y el día siguiente más alto que ayer. El sobrepasar los hechos de los otros carece de importancia; el sobrepasar mis propios hechos es lo que significa todo.
Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.
Y así como el viento caliente hace madurar el trigo, los mismos vientos llevarán mi voz a aquellos que me escucharán y mis palabras les anunciarán mis metas. Una vez pronunciado, no me atrevo a revocar lo que he dicho por temor a la humillación. Seré como mi propio profeta, y aunque todos se rían de mis declaraciones, oirán mis planes, conocerán mis sueños. Y de esta manera no habrá escape para mí hasta que mis palabras se conviertan en hechos realizados.
Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.
NO COMETERÉ EL TERRIBLE CRIMEN DE APUNTAR DEMASIADO BAJO.
Realizaré la labor que un fracasado no realizará.
Siempre extenderé mi brazo más allá de lo que está a mi alcance.
Siempre ampliaré mis metas tan pronto como las haya alcanzado.
Procuraré siempre hacer que la próxima hora sea mejor que ésta.
Proclamaré siempre mis metas al mundo.
Y sin embargo, nunca proclamaré mis éxitos. Que el mundo en cambio se me acerque con alabanza y que tenga yo la sabiduría de recibirlo con humildad.
Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.
Un grano de trigo cuando se multiplica en un ciento por ciento producirá cien tallos. Multiplique éstos en un ciento por ciento, diez veces, y alimentarán a todas las ciudades del mundo. ¿No soy yo más que un grano de trigo?
Hoy multiplicaré mi valor en un ciento por ciento.
Y cuando haya realizado esto, lo repetiré de nuevo, y de nuevo, y se producirá el asombro a la maravilla ante mi grandeza, en circunstancias que las palabras de estos pergaminos se cumplen en mí.

DEL LIBRO: “EL VENDEDOR MÁS GRANDE DEL MUNDO” –PERGAMINO N° 8.

FUENTE: BIBLIATEMATICAHVS.BLOGSPOT.CL

2 comentarios:

  1. Muy bueno el estudio don Hugo, es importante saber qué tipos de metas hay que ponerse en la vida para aplicarlas de buena forma.
    Siga así, éxito!!

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